lunes, 14 de septiembre de 2009

La Cruz de San Damián


He aquí el crucifijo de San Damián, el que habló a Francisco. Nos pareció bueno comenzar por donde comenzó la espiritualidad de San Francisco: a los pies de la Cruz de San Damián.

Era el verano de 1205, mientras Francisco estaba inmerso en la oración, oyó una voz que le decía: "Vade, Francisce, et repara domum meam" (Ve, Francisco, y repara mi casa). "Desde aquel instante se grabó en el alma de Francisco la compasión del Crucificado (2Celano 10). "Desde entonces lloró y gimió la pasión de Cristo, que tenía siempre delante de sus ojos" (2Celano 11).

Francisco había cambiado en Espoleto la caballería andante por la caballería de Cristo. Atravesaba una larga etapa de búsqueda. Oraba en lugares solitarios: "¿Señor, qué quieres que haga?". Ahora, en san Damián, tenía que reconstruir la "casa" de Cristo. Edificar una nueva Iglesia, comenzando por la propia, nosotros somos Iglesia debemos edificar la Iglesia de nuestro tiempo, como Francisco lo hizo en el suyo.

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